El control racional de los agentes destructores de la madera de manera sistemática y desde un enfoque integrado y global contribuye a la sostenibilidad en el empleo de los recursos y en minimizar el riesgo para persona y animales, así como a reducir la agresión al medio ambiente.
A la vez protegiendo la madera y garantizando su conservación, estamos optimizando el aprovechamiento de un recurso natural propio y que es escaso.
Finalmente añadir el beneficio cultural derivado de la conservación de nuestra riqueza patrimonial, única y de valor incalculable.